sábado, 16 de junio de 2012

EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA Y LA ENCRUCIJADA DE LA HUMANIDAD


ACTO DE CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA



Oh Corazón Inmaculado de María, 
por tu perfecta comunión de amor con el Corazón de Jesús,
eres la escuela viviente de total consagración y dedicación
a Su Sagrado Corazón. 

En tu Corazón, Oh Madre, queremos vivir 
para aprender a amar, sin divisiones,
al Sagrado Corazón de Jesús;
a obedecerle con diligencia y exactitud;
servirle con generosidad
y a cooperar activa y responsablemente 
en los designios de Su Sagrado Corazón.

Deseamos consagrarnos totalmente
a tu Corazón Inmaculado
que es el camino perfecto y seguro 
para llegar al Corazón de Jesús.
Tu Corazón, es también 
refugio seguro de gracia y santidad,
donde nos vamos liberando y sanando 
de todas nuestras oscuridades y miserias. 

Deseamos pertenecer a tu Corazón,
Oh Virgen Santísima, 
sin reservas y en total disponibilidad de amor
a la voluntad de Dios, que se nos manifestará 
a través de tu mediación maternal. 

En virtud de esta consagración, Oh Inmaculado Corazón,
te pedimos que nos guardes y protejas
de todo peligro espiritual y físico. 
Que nuestros corazones ardan con el fuego del Espíritu
como arde tu Corazón Inmaculado. 

Qué unidos a ti,
que eres la portadora por excelencia de Cristo para el mundo,
y ungidos por el poder del Espíritu Santo,
seamos instrumentos para dar a un mundo tan árido y frío, 
el amor, la alegría y la paz del Corazón de Jesús. 
Amen.



Consagración del Mundo y el Tercer Milenio
por el Beato SS Juan Pablo II,
en la Misa de Clausura del Jubileo de los Obispos, 
a los pies de la imagen de la Virgen de Fátima 
el 8 de octubre de 2000


HOMILIA DE JUAN PABLO II
A LOS PIES DE LA VIRGEN DE FÁTIMA
 - 8 de octubre de 2000 -

1. “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19, 26).

Mientras se acerca el final de este Año Jubilar, en el que tú, Madre, nos has ofrecido de nuevo a Jesúsel fruto bendito de tu purísimo vientre, el Verbo hecho carne, el Redentor del mundo, resuena con especial dulzura para nosotros esta palabra suya que nos conduce hacia ti, al hacerte Madre nuestra: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”.
Al encomendarte al apóstol Juan, y con él a los hijos de la Iglesia, más aún a todos los hombres, Cristo no atenuaba, sino que confirmaba, su papel exclusivo como Salvador del  mundo.
Tú eres esplendor que no ensombrece la luz de Cristo, porque vives en Él y para Él
Todo en ti es “fiat”: Tú eres la Inmaculada, eres transparencia y plenitud de gracia.
Aquí estamos, pues, tus hijos, reunidos en torno a ti en el alba del nuevo Milenio.
Hoy la Iglesia, con la voz del Sucesor de Pedro, a la que se unen tantos Pastores provenientes de todas las partes del mundo, busca amparo bajo tu materna protección e implora confiada tu intercesión ante los desafíos ocultos del futuro.

2. Son muchos los que, en este año de gracia, han vivido y están viviendo la alegría desbordante de la misericordia que el Padre nos ha dado en Cristo.
En las Iglesias particulares esparcidas por el mundo y, aún más, en este centro del  cristianismo, muchas clases de personas han acogido este don.
Aquí ha vibrado el entusiasmo de los jóvenes, aquí se ha elevado la súplica de los enfermos.
Por aquí han pasado sacerdotes y religiosos, artistas y periodistas, hombres del trabajo y de la ciencia, niños y adultos, y todos ellos han reconocido en tu amado Hijo al Verbo de Dios, encarnado en tu seno.
Haz, Madre, con tu intercesión, que los frutos de este Año no se disipen, y que las semillas de gracia se desarrollen hasta alcanzar plenamente la santidad, a la que todos estamos llamados.

3. Hoy queremos confiarte el futuro que nos espera, rogándote que nos acompañes en  nuestro camino.
Somos hombres y mujeres de una época extraordinaria, tan apasionante como rica de contradicciones.
La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita.
Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de escombros.
Ha logrado una extraordinaria capacidad de intervenir en las fuentes mismas de la vida:
Puede usarlas para el bien, dentro del marco de la ley moral, o ceder al orgullo miope de una ciencia que no acepta límites, llegando incluso a pisotear el respeto debido a cada ser humano.
Hoy, como nunca en el pasado, la humanidad está en una encrucijada.
Y, una vez más, la salvación está sólo y enteramente, Oh Virgen Santa, en tu hijo Jesús.

4. Por esto, Madre, como el apóstol Juan, nosotros queremos acogerte en nuestra casa (cf. Jn 19, 27), para aprender de ti a ser como tu Hijo.
¡“Mujer, aquí tienes a tus hijos”!.
Estamos aquí, ante ti, para confiar a tus cuidados maternos a nosotros mismos, a la Iglesia y al mundo entero.
Ruega por nosotros a tu querido Hijo, para que nos dé con abundancia el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad que es fuente de vida.
Acógelo por nosotros y con nosotros, como en la primera comunidad de Jerusalén, reunida en torno a ti el día de Pentecostés (cf. Hch 1, 14).
Qué el Espíritu abra los corazones a la justicia y al amor, guíe a las personas y las naciones hacia una comprensión recíproca y hacia un firme deseo de paz.
Te encomendamos a todos los hombres, comenzando por los más débiles: a los niños que aún no han visto la luz y a los que han nacido en medio de la pobreza y el sufrimiento; a los jóvenes en busca de sentido, a las personas que no tienen trabajo y a las que padecen hambre o enfermedad.
Te encomendamos a las familias rotas, a los ancianos que carecen de asistencia y a cuantos están solos y sin esperanza.

5. Oh Madre, que conoces los sufrimientos y las esperanzas de la Iglesia y del mundo, ayuda a tus hijos en las pruebas cotidianas que la vida reserva a cada uno y haz que, por el esfuerzo de todos, las tinieblas no prevalezcan sobre la luz.
A ti, aurora de la salvación, confiamos nuestro camino en el nuevo Milenio, para que bajo tu guía todos los hombres descubran a Cristo, luz del mundo y único Salvadorque reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. 

Amén.

Beato Juan Pablo II

lunes, 2 de abril de 2012

La emocionante beatificación de Juan Pablo II


Ceremonia de Beatificación de Karol Wojtila, el 1° de Mayo de 2011

El himno de la beatificación de Juan Pablo II


Una maravillosa interpretación del Himno de la beatificación de Juan Pablo II. El himno fue originalmente compuesto en italiano por el reconocido maestro Marco Frisina. Más tarde el himno fue traducido a varios idiomas.

Esta es la versión adaptada para el portugués realizada por Antonio Cartageno y la interpretación corresponde al Coro de la Catedral de Lisboa.

 

No es suficiente “hablar” de Jesús a los jóvenes, hay que hacer que lo “vean” a través del testimonio elocuente de la vida

¡No tengáis miedo! ¡Llevad por doquier, a tiempo y a destiempo, la potencia de la Cruz para que todos, también gracias a vosotros, puedan seguir viendo y creyendo en el Redentor del hombre!.

Cómo han cambiado los jóvenes de hoy con respecto a los de hace veinte años. ¡Cómo ha cambiado el contexto cultural y social en el que vivimos! Pero Cristo no, ¡Él no ha cambiado! Él es el Redentor del hombre ayer, hoy y siempre!.

Si vuestra fe depende únicamente de fragmentos de tradición, de buenos sentimientos o de una genérica ideología religiosa, no seréis capaces de aguantar el choque con el ambiente. No es suficiente “hablar” de Jesús a los jóvenes universitarios: hay que hacer que lo “vean” a través del testimonio elocuente de la vida.


 

Sin humanidad, no hay santidad y sin santidad no hay Vida


Nuestro Señor Jesucristo nos enseñó -con su propia encarnación, vida, pasión y muerte- que, sin humanidad no puede haber santidad. Humanidad por cierto que débil pero que, con la Gracia de Dios, está llamada a cumplir con los dos principales mandamientos: Amar a Dios por sobre todas las cosas y amar al prójimo como Cristo nos ha amado.

Esta es la santificación de la humanidad, ... y esta es la condición para que el hombre, por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, pueda ser hijo de Dios, heredero del Reino y profeta de la Buena Nueva.

Juan Pablo II, al igual que todos los santos, con el testimonio de su vida y con sus enseñanzas, constantemente nos muestra ese camino: El camino de la santidad, ...el Camino que lleva al hombre a la Verdad y a la Vida.


 

"Non abbiate paura, ¡aprite le porte a Cristo!"


Totus tuus ego sunt Mariae et omnia mea tua sunt
(Todo tuyo yo soy María y todo lo mío tuyo es)

 

La tristeza de un pueblo: El Pueblo de Dios


Madre de Cristo, que se revele una vez más, en la historia del mundo, la infinita potencia salvadora de la Redención: ¡potencia del Amor misericordioso! ¡Que éste detenga el mal! ¡Que transforme las conciencias! ¡Que en tu corazón Inmaculado se revele para todos la luz de la esperanza!

Contemplemos a Cristo crucificado que ha redimido a la humanidad, cumpliendo hasta el final la voluntad del Padre. En el Calvario, en los últimos instantes de vida, Jesús nos confió a María como Madre y nos entregó a ella como hijos.

En este tiempo amenazado por la violencia, por el odio y por la guerra, testimoniad que Él y sólo Él puede dar la verdadera paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra. Esforzaos por buscar y promover la paz, la justicia y la fraternidad. Y no olvidéis la palabra del Evangelio: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9).


 

El pasaje de la vida a la Vida: Para esto hemos sido creados


Hoy se cumplen 7 años de aquel 2 de abril de 2005 cuando -a las 21:37 hs.- el tiempo y la eternidad, la tierra y el cielo se unían para que Karol, hijo dilecto de la Virgen y bendecido por el Padre, para introducir la Iglesia en el Tercer Milenio, se sumase a las huestes de la Iglesia Triunfante y para que, desde la Gloria Eterna, intercediese por todos nosotros. Las imágenes registradas en Porta a Porta (TG1)cuando se produjo la noticia de la partida de Juan Pablo II a la casa del Padre son conmovedoras: En otras partes del mundo la información del fallecimiento del Papa fue dado de esta manera:

viernes, 23 de marzo de 2012

Juan Pablo II nos enseñó a vivir y, también, nos enseñó a morir


El Dr. Joaquín Navarro Valls, testigo directo de los últimos momentos del Beato Juan Pablo II, nos relata cómo fueron los últimos días del Papa.


 





La herencia que Juan Pablo II dejó a la humanidad es enorme 
Joaquín Navarro Valls

La Alegría de Juan Pablo II

Una entrevista a fondo con Joaquín Navarro Valls, portavoz del Vaticano y uno de los más íntimos colaboradores del Beato durante todo el papado de Juan Pablo II.


 


sábado, 17 de marzo de 2012

La Paternidad del Beato Juan Pablo II y su visión de la Divina Misericordia


“Todo acabará careciendo de importancia, o de esencialidad, salvo esto: padre, hijo, amor. Y entonces, mirando las cosas más sencillas, diremos todos: ¿podríamos haberlo aprendido hace tiempo? ¿No ha estado siempre grabado en el fondo de todo lo que es?” 


Juan Pablo II


El Tríptico de Juan Pablo II a Dios Hijo, Padre y Espíritu Santo

Cuando comenzó a escribir Redemptor Hominis, Juan Pablo II no tenía en mente que su primera encíclica iba a ser la primera de un tríptico trinitario: Una reflexión en tres partes sobre el misterio de Dios como Santísima Trinidad.
El humanismo centrado en Cristo debía ser el tema conductor de su pontificado, y la meta de Redemptor Hominis, publicada el 4 de mayo de 1979, era anunciar a Jesucristo a la Iglesia y al mundo con aquella inolvidable frase: "No tengaís miedo, abrid las puestas a Cristo".
No obstante, la reflexión sobre la dignidad de la persona humana redimida por Cristo llevó de manera natural a una reflexión sobre el Dios Padre, que ha enviado a su Hijo para ser el redentor del mundo humano y esta segunda encíclica, Dives in misericordia, a su vez, lo condujo a una tercera, Dominun et vivificatem, en la que hizo profunda reflexión sobre el Espíritu Santo, enviado por el Padre y por el Hijo para proseguir la obra redentora y santificadora del Cristo resucitado.

Así, la encíclica Redemptor Hominis (Redentor del Hombre) tuvo una fuerza expansiva y dio origen a dos encíclicas más:
Dives in misericordia (Rico en Misericordia), sobre Dios Padre, que fue publicada el 30 de noviembre de 1980.
Más tarde, el Beato Juan Pablo publicó la última encíclica de este triptico: Dominun et vivificatem (Señor y dador de vida), sobre Dios Espíritu Santo, publicada el 18 de mayo de 1986. 

Dives in misericordia, la encíclica de mayor intensidad teológica entre todas las de Juan Pablo, también refleja dos dimensiones personales de su vida espiritual: Su devoción a la Divina Misericordia y su vocación paternal.


La devoción a la Divina Misericordia 


Cracovia era el centro de la devoción a la “divina misericordia” promovida por la hermana Faustina Kowalska, quien fuera una mística polaca que murió en 1938, a la edad de treinta y tres años.

La hermana Faustina tuvo una serie de experiencias místicas, creía firmemente en haber sido llamada a renovar la devoción católica a la misericordia de Dios que, a su vez, llevaría a una renovación general de la vida espiritual católica.

Entre los elementos de la devoción a la misericordia divina figuraba la celebración del primer domingo después de Pascua como Domingo de la Divina Misericordia, el "rosario de la Divina Misericordia" (una oración que pide la misericordia de Dios para la Iglesia y el mundo) y una hora santa en memoria de la muerte de Cristo, durante la cual se rezan las estaciones de la cruz o se celebra la adoración de la Eucaristía.

El Icono de la devoción es la imagen del Jesús Misericordioso, una pintura de Cristo con túnica blanca y dos rayos saliéndole del pecho, en representación de la visión que había tenido la hermana Faustina el 22 de febrero de 1931. 

La hermana Faustina recogió sus experiencias místicas en un diario espiritual que cubre los cuatro años anteriores a su muerte. Al extenderse la devoción a la Divina Misericordia, y plantearse el tema de la posible canonización de su fundadora, el diario de la hermana Faustina fue sometido a un primer análisis por el padre Ignacy Rózycki, antiguo profesor de Karol Wojtyla, residente, como él, en la calle Kanonicza y director de su tesis sobre Max Scheler.

En su etapa de arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla defendió a la hermana Faustina contra las dudas surgidas en Roma sobre su ortodoxia (debidas en su mayoría a una traducción defectuosa de su diario al italiano), y promovió la causa de su beatificación. 

Cuando empezó Dives in Misericordia, Karol Wojtyla ya elegido como Juan Pablo II, declaraba sentirse espiritualmente “muy próximo” a la hermana Faustina y llevaba “pensando en ella mucho tiempo”. 

El sentimiento de afinidad espiritual se intensificó por obra del segundo elemento personal que influyó en la redacción de Dives in Misericordia.


La Vocación Paternal de Karol Wojtyla


Juan Pablo II también llevaba mucho tiempo pensando en la paternidad. La convivencia con su padre y con el inquebrantable príncipe-cardenal Adam Sapieha le había dado una profunda experiencia de la paternidad, tanto de la familiar como de la espiritual.

Tenía a su sacerdocio por una forma de paternidad. Cuando ahondó en sus intuiciones sobre ella, Karol Wojtyla hizo una dramática afirmación en su ensayo poético Reflexiones sobre la paternidad: “Todo acabará careciendo de importancia, o de esencialidad, salvo esto: padre, hijo, amor. Y entonces, mirando las cosas más sencillas, diremos todos: ¿podríamos haberlo aprendido hace tiempo? ¿No ha estado siempre grabado en el fondo de todo lo que es?” 

Agregaba el entonces Papa: “En el fondo de todo lo que ES”, se encuentra la paternidad, no los electrones, los protones, los neutrones y demás componentes del átomo. Ahondando en su intuición de poeta a través de Dives in Misericordia, Juan Pablo II accedió a nuevas dimensiones de los textos bíblicos clásicos. 

Los temas de la Biblia hebrea enriquecieron las reflexiones de Juan Pablo sobre el hecho de que Jesús hubiera predicado un Evangelio de misericordia. Su convicción de que el cristianismo sólo podía entenderse a través del judaísmo y su papel excepcional en la historia de la salvación era cada vez más firme.

Sostiene el texto del Beato Juan Pablo II que, si bien el amor misericordioso de Dios empieza “en el propio misterio de la creación”, la experiencia del pueblo de Israel revela que “la misericordia se manifestaba como un cualidad especial del amor”, lo bastante fuerte como para insistir con el hombre no obstante su inclinación “al pecado y la infidelidad”. 

A pesar de que a lo largo de la Biblia hebrea Dios aparezca como un Dios de justicia, también se nos revela que “el amor es mayor que la justicia: Mayor en el sentido de que el amor de Dios es básico y fundamental”. 

Para los cristianos, el mensaje se completa con el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, el icono más revelador de la misericordia del Padre. 

La misericordia, pues, no sólo se revela como más fuerte que el pecado, sino más fuerte que la mismísima muerte.


Para el Beato Juan Pablo II, la parábola del hijo pródigo (Lc 15, 14-32) es una síntesis de la teología bíblica de la misericordia y demuestra que la revelación de un verdadero humanismo desemboca inevitablemente en la cuestión de Dios. 

En el análisis que hace el Beato Juan Pablo de esta parábola, una de las más conmovedoras del Nuevo Testamento, el hijo pródigo encarna al hombre corriente, abrumado por la tragedia de la condición humana que se ha perdido. Siendo fiel a su paternidad y yendo más allá de la norma estricta de la justicia, el padre clemente devuelve al hijo descarriado la verdad sobre sí mismo, es decir, la dignidad de su condición de hijo. La auténtica misericordia no debilita ni humilla a quien la recibe, sino que confirma al hombre arrepentido en toda su dignidad. 

La misericordia también posee una dimensión colectiva o social. En este sentido, afirma Juan Pablo II que la impotencia o alienación que suele sentir la humanidad delante del progreso tecnológico, es una prueba manifiesta de la Verdad de la que dan testimonio la Biblia hebrea y el Nuevo Testamento.

“La justicia en sí no basta, mientras a ese poder más profundo que es el amor no se le permita conformar la vida humana en sus múltiples dimensiones”. 

Una de las maneras de superar la “inquietud” moderna es construir sociedades donde la justicia esté abierta al amor y la misericordia, genuina plenitud de las aspiraciones humanas. Dives in Misericordia mereció una atención periodística mucho menor que Redemptor Hominis, que fue una "noticia" más que una encíclica de contenido programático y novedoso.


Entre las encíclicas del Beato Juan Pablo II, Dives in misericordia es la expresión más transparente de su alma pastoral y el más claro indicativo del proceso de formación de ese alma a través de la experiencia de Karol Wojtyla y su concepto de la paternidad.